lingüísticas tanto habladas como escritas. Es un tema recurrente para redactores, escritores, locutores y en general todo aquel que haga del lenguaje
su herramienta de trabajo. Algunas de estas expresiones mal utilizadas son: el gerundio, el laísmo, el lloísmo, el holismo y el leísmo
EL LOÍSMO
La sustitución del pronombre personal "le" (que representa generalmente al
objeto indirecto por "lo" (que se reserva, en dialectos no loístas, para el objeto
directo). La Real Academia Española condenó el loísmo en 1874 y lo reconoce
como un vulgarismo.
A veces, cambia el significado de las frases: Cuando un "loísta" dice: "Lo
pegué", uno que no lo es entiende: que "la cosa" referida fue pegada (con un
adhesivo) y no "golpeada" que es lo que el "loísta" quería decir. Debe tenerse
en cuenta que, aunque la preposición a anteceda normalmente al complemento
indirecto, se usa al hablar de personas en el directo.
La lengua castellana mantiene la antigua declinación latina y uso de los casos
latinos en los pronombres personales y la evolución de la lengua castellana tiende a la eliminación total de los casos latinos, reflejo que tienen algunas
personas en la tendencia a suprimir la diferencia de funciones entre el
complemento directo y complemento indirecto por medio del género.
Esto se traduce en el uso de "lo" y "los" en función de complemento (objeto)
indirecto; cuando el referente es del género masculino en vez de "le" y "les". Se
produce por paralelismo con el laísmo: "la" y "las" para el género femenino; "lo"
y "los" para el género masculino.
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